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Un imperio gastronómico desde una vaca pinta

Compartimos la historia de nuestro asociado corporativo César Suárez Junco, creador del imperio Tierra Astur, que ha construido una gran empresa confiando en una idea: Que los productos asturianos podían ser gourmet en una época en la que sólo era una quimera.

Todo empezó con «la Pinta», el niño y Francisca en una casería de Prunales (Parres). La Pinta una vaca pinta, la primera; el niño, César Suárez Junco; y Francisca, su madre. Desde esa casería hasta ahora, Suárez Junco (Oviedo, 1959) ha sido el trueno (así se llamaba el primer bar de la familia en el barrio de La Argañosa) que ha levantado el imperio de productos asturianos con siete restaurantes Tierra Astur y tiendas de venta al por menor que facturan al año 120.000 kilos de queso, 1,1 millones de litros de sidra o 350.000 kilogramos de ternera asturiana.

¿Y como se consigue eso? Trabajando, pensando y teniendo buenas ideas. Para un hombre que está en su oficina de Colloto mucho antes de que pasen las lecheras (como se decía antes del que madrugaba mucho) la relación con el trabajo es de matrimonio bien avenido.

Desde aquella casería de Prunales donde se fue creciendo poco a poco, «alquilamos prados como pudimos, cosechábamos fabes, hacíamos queso que le vendíamos a la Nestlé, cebábamos terneros y vendíamos la carne. Esa fue la semilla de Crivencar, creíamos que aquello de los productos asturianos tenía más valor del que se le daba».

Desde el principio, el propietario de Crivencar (a medias con su socio Mariano González) tuvo claro que su futuro era «abrir mercados» y en ese empeño dejó por el camino mucha juventud y grandes renuncias: «No había tiempo para jugar a nada. En la bolera del pueblo había partido todas las tardes, pero no podía ir porque había mucho que hacer en el caserío».

El caso es que las tiendas de productos asturianos comenzaron a funcionar, aunque «en verano en Oviedo en esos años (finales de los 80) no se quedaba nadie y había que pagar las facturas igual, así que decidí abrir una tienda en Llanes y me llevé a mi madre conmigo. Como era una nave a las afueras y había mucho espacio, ella me convenció para poner un bar y dar sidra en un sitio todavía muy cántabro y sin tradición sidrera. El caso es que empezamos a dar tortos de maíz con picadillo, tablas de quesos y la tarta de la abuela. Ese fue el primer Tierra Astur».

Desde ahí, siete restaurantes, mucha venta por internet y mucho orgullo de empresa. «Hemos crecido mucho, pero de aquí se van pocos, muy pocos trabajadores, somos los de siempre».

César Suárez Junco destila trabajo, amabilidad y sonrisa. Hombre ocupado, mira de frente y le sonríen los ojos, más cuando habla de los productos asturianos. Es feliz con lo suyo, con sus quesos, con su ternera «que ahora cebamos nosotros en dos fincas porque los productores de siempre han dejado de hacerlo», y también muestra orgulloso la nave central de Crivencar en Colloto y presenta a su hermano Francisco, que trabaja con él. Aunque de verdad cuando saca el orgullo es cuando habla de su hijo Ángel. Estudia el grado de Administración y Dirección de Empresas, pero trabaja en la empresa familiar. Eso sí, empezando desde abajo para que vaya aprendiendo. «Lo tengo escanciando sidra, luego ya veremos si sirve para ser el gerente o tenemos que buscar a otro».

Publicado el 13/03/2023 👉El Comercio