En este mundo hay muchos ejércitos, tal vez demasiados.
El ejército ha sido, y es, un instrumento fundamental para defender la vida y hacienda de las personas, pero también ha servido para imponer el dominio de unos sobre otros.
Los países que han decidido no tener ejército, como Suiza en Europa o Costa Rica en América, son un ejemplo de prosperidad económica y paz social. Otros ejemplos son Alemania y Japón, después de la segunda guerra mundial, ha tenido que renunciar al ejército y su desarrollo económico ha sido espectacular.
Pero yo hoy quiero hablar de otro ejército, el que yo llamo: EJERCITO INVISIBLE DE BUENA VOLUNTAD.
Hay una enorme cantidad de personas que dedican una parte de su vida a ayudar a los demás. Gente que trabaja sin mayor recompensa que hacer el bien, ayudar a repartir felicidad, poner algo de si mismos para mejorar las condiciones de vida de sus vecinos, hacer que este mundo funcione un poco mejor en beneficio de los que les rodean.
Estas personas se sienten recompensadas con el beneficio de su aportación para los ciudadanos con los que conviven. Alentar la vida de los demás, aunque sea un poco, les estimula a dedicar su tiempo, sus esfuerzos y hasta su dinero a la mejora de su entorno, a repartir felicidad.
Estas personas, podemos decir, forman en el mundo un ejército, numeroso y muy activo. Un ejército que tenemos delante de nosotros, pero no lo vemos,
o no lo queremos ver, no lo valoramos y, en muchas ocasiones no lo apoyamos suficiente.
Nos beneficiamos de sus actividades y pensamos, o no pensamos, que si lo hacen será por “algo”, porque no somos capaces de entender que haya gente en este mundo con tanta generosidad, con vocación de servicio al bien común, sin más recompensa que la satisfacción del deber cumplido.
Me siento muy feliz de ser un humilde soldado de este ejército invisible y felicito a los miles de personas que militan en él. La asociación Langreanos en el Mundo hay un ejemplo de cómo un grupo de esos voluntarios que trabajan, siguiendo la buena idea de sus fundadores, y se esfuerzan en transmitir alimento anímico a esos, casi mil, langreanos y langreanas que, por circunstancias de la vida, vivimos lejos de nuestro valle, recordando la tierra que nos vio nacer y crecer.
Aportar este pequeño grano de arena de felicidad a tanta gente nos anima a colaborar y justifica nuestra dedicación y esfuerzo.
Gracias a quienes iniciaron el camino, a quienes hoy lo recorren con entrega, y a quienes seguirán construyéndolo con ilusión. Que nunca falte la fuerza para seguir haciéndolo.
Jesús Flórez
Socio Colaborador y mentor de CAXXI
➡ Langreanos en el Mundo
