El debate generado en torno a los proyectos educativos en la región
La iniciativa para instalar en Asturias tres universidades privadas ha dado lugar a un rechazo similar al que sufrió Jovellanos cuando este quiso crear el Real Instituto.
La negativa se fundamenta en creencias, desde el axioma de que la educación es un monopolio público fundamentado en que todos los ciudadanos son iguales, lo que impide vender títulos por dinero.
El argumentario tiene verdades y falsedades. Es cierto que en las privadas se aprueba más, pero ello quizá se deba a que se orienta la enseñanza para conseguir que los alumnos aprendan: en lugar de limitarse a comprobar si saben para después aprobarlos o suspenderlos.
En cuanto a la calidad dentro de las clasificaciones estándares las universidades públicas están mucho mejor que las privadas pero estas tampoco están destacadas.
Otra característica, que se refleja en la demanda, es la capacidad para producir profesionales preparados a nivel superior. En este aspecto las privadas tienen una mayor versatilidad y capacidad de adaptación para generar titulaciones que atiendan a las demandas de la sociedad. Ese servicio en la pública es casi imposible de dar pues los planes de estudio están condicionados por intereses internos y políticos, Eso lleva a la aberración de que, como, lo que vende es la propaganda sobre la investigación en la universidad, los profesores que quieren hacer carrera deben dedicarse a ella. Por eso los que prioricen la enseñanza no tienen porvenir. Si la universidad fuera en realidad publica y estuviera al servicio de la sociedad la priorizaría.
En cuanto a los precios también hay matices. Es cierto que los de la Universidad pública son más baratos, pero es cierto también que, los costos no son tan distintos. La universidad privada se mantiene entre 5.000 y 20.000 euros año por alumno. En las públicas los órdenes de magnitud son parecidos, por ejemplo en la de Oviedo de 12.095 euros.
Otro aspecto es el de la investigación. Se dice que la universidad pública investiga y que la privada no. Ello es también opinable, pues es cierto que en la pública hay más investigación, pero también que los fondos vienen de la Administración o están muy condicionados por ella. Además parte de esa investigación no es tal, sino trabajos de consultoría convencional.
Esto abre otro análisis más complejo que es por qué en España se invierten pocos fondos privados en investigación universitaria y por qué después de que esos fondos cristalizan en resultados básicos no se desarrollan en investigación aplicada, y si se hace ésta no llega a buen término por falta de una adecuada sinergia. Éste es un factor que merece ser analizando muy seriamente, porque la Universidad debería ser un destilado de la excelencia.
A continuación vamos a transmitir algunas ideas subjetivas sin perdernos en los detalles.
Lo primero es decir es que quizá más que hablar de universidades públicas y privadas se debería hablar de universidades buenas y malas, para añadir que de las buenas sale la investigación, porque donde hay gente de excelencia se genera investigación de excelencia.
Lo segundo señalar que es más esencial enseñar que investigar.
En nuestras civilización existen universidades desde los maestros griegos hasta aquí. Su fin siempre fue el de transmitir la cultura al crear gente capaz de darle continuidad. Otro fue el de generar, para las diversas tareas profesionales superiores, personas formadas, cultas e integradas en su sociedad. Y otro el de crear cultura y en consecuencia ciencia.
Ello nos permite hacer un apunte sobre la investigación. Para la básica solo se necesita cerebro y trabajo para confrontar las hipótesis con la realidad y así falsarlas para avanzar. Detrás se necesitan instrumentos, pero sin olvidar que lo primero es ese cerebro y la capacidad de diálogo. Recordamos que todo el mundo virtual actual nació de los lógicos de finales del siglo XIX, que debatían simplemente con papel y lápiz.
En síntesis, en nuestra opinión existe sólo una universidad que es la abierta a la sociedad, a su servicio, dirigida por ella (no por el gobernante de turno), que acoge al saber, que se cierra a las capillitas y que se apoya en fuertes patronatos que le aportan conocimiento gestión y dinero para alcanzar la excelencia a través del servicio a todos.
Reiteramos más para decir que lo esencial de una universidad son los profesores y los alumnos, que aprenden y enseñan hablando juntos y con las fuentes de información debidas: todo lo demás es logística. Además, esas universidades, abiertas y valientes, encabezan la actual clasificación mundial del prestigio.
Por el contrario, no somos adictos al modelo de universidad de profesores, para los profesores y al servicio de los profesores, cuyos miembros solo son responsables ante ellos mismos siempre que sean serviles a los gobernantes de turno.
Lo primero que necesita la Universidad es olvidar la endogamia y asumir la competencia. Es decir, abrir las puertas y ventanas al mundo. Por eso no nos disgusta que se creen universidades privadas que tienen que vivir de sus resultados.
Vamos a terminar diciendo que en España, desde el final de los años 90, las universidades privadas han crecido y en cambio la pública o se ha mantenido o ha disminuido. Cuando, en los años 80, se abrió la puerta para la creación de universidades privadas se creyó que sería el fin del mundo, sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Hoy la mayoría de las universidades privadas son reconocidas al igual que las públicas, porque los que pagan no solo exigen un cartón, sino mejor enseñanza. Ello lo demuestra el que, desde 2015 a acá, el número de estudiantes en universidades privadas pasó del 12% al 26%.
Desde el respeto a la universidad pública se puede opinar que si la nuestra viviera de sus alumnos y del producto de sus investigaciones se convertiría en una comunidad de profesores y alumnos que transmitirían el saber y lo crearían. Además, tendrían donantes y generarían dinero de sus patentes.
En nuestra opinión, tratar de prohibir la iniciativa privada es tan ridículo como poner puertas al campo. En vez de perder el tiempo en esto lo que debería hacer nuestra universidad pública es mejorar, eliminar sus fallos, tener una estrategia coherente y hacerse realmente dependiente de la Sociedad..
A las universidades privadas debe exigírseles, de una manera homogénea en toda Europa, tener dignidad, calidad y seriedad.
Miremos hacia adelante y no seamos de nuevo estatuas de sal.